POEMA: Almas encadenadas

 



Los primeros rayos de sol

marcaron su despedida, 

la pesadilla se hizo real

y el frío caló en sus vidas. 

Dos almas encadenadas

y obligadas a existir

una realidad alternativa. 

Una la acaricía en 

las noches mientras la abriga, 

otra, en la madrugada,

le jura que no la olvida. 

La mano fantasmagórica

se enlaza entre sus dedos

y en el silencio abismal

dos suspiros se escuchan

retumbando en la oscuridad.

¿Habrán promesas de amor

en las lápidas de piedra

cuando el amor inalterable

sus almas encadena?

Una muerta, una viva, 

esa es su condena

Y si miras sus pupilas 

en ellos reflejados

seguirá su amada. 

Ahí es donde la guarda, 

en un baúl bajo llave, 

con mil guardias reales.

Ya que al estrecharse el velo

allí ella la espera, 

bajo un cielo secreto

donde se encontrarán

amándose sin prisas

y vivirán enamoradas

 la eternidad... y un día. 

© Anna G. Morgana