Microrrelatos




La clienta


Durante días que no entran clientes, parece que estoy acompañada en la soledad de esta tienda, en este lugar emblemático. Ayer vi entrar a una dama elegante, aunque vestida de otra época, me extrañó, la saludé y ella me miró con una lágrima negra recorriéndole la mejilla y me dijo: «Fue una bomba»; antes de evaporarse ante mis ojos. Este lugar emblemático esconde un oscuro secreto, no tan hermoso como los turistas piensan.

©Anna G. Morgana


Los vivos.


Había esperado días para devolverle su guante a la señora Amelia, quién lo había perdido en la puerta de mi casa.
—¡Gracias, niña! ¡Pero es extraño! —exclamó—. Me aseguraron que no podíais vernos.
—¿Por qué no iba a poder? —pregunté a la anciana—. ¿Quienes le dijeron eso?
—Los vivos me dijeron que no podíais vernos —dijo antes de desaparecer.

©Anna G. Morgana